Pacto de la Iglesia

Pacto de la Iglesia Bautista de la Gracia y la Verdad.

Nosotros que deseamos andar juntos en el temor y el gozo del Señor con la ayuda de Su Espíritu Santo, profesamos nuestra profunda humillación por todos nuestros pecados y nuestra sincera fe en Jesucristo, habiéndonos bautizado en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y habiéndonos entregado al Señor para ser Suyos por medio del pacto eterno de Su gracia soberana, tenemos confianza de ser aceptados por Él mediante Su Hijo Jesucristo.

A Él hemos recibido como nuestro Sumo Sacerdote para justificarnos y santificarnos, como nuestro Profeta para enseñarnos, como nuestro Rey para hacernos Sus sujetos conformados a todas Sus leyes santas, con el fin de serle un pueblo santo y fiel, sirviéndole en nuestra generación y esperando Su segunda venida como nuestro glorioso Esposo.

Ahora, en la presencia de Dios y de esta congregación hacemos pacto los unos con los otros como el cuerpo de Cristo, unidos en la unión y compañerismo del evangelio, sometidos con mansedumbre a la disciplina de Cristo y a todos los santos deberes que pertenecen al pueblo de Dios.

1. Prometemos andar en santidad, humildad y amor fraternal, buscando con todo nuestro poder que nuestro comportamiento sea agradable a Dios, beneficioso a nuestras familias y atractivo al pueblo de Dios.

2. Prometemos cuidar los unos de los otros, procurando que el pecado no tenga dominio sobre ninguno de nosotros, estimulándonos los unos a los otros al amor y a las buenas obras, amonestando y exhortándonos los unos a los otros con mansedumbre conforme a las reglas que Cristo nos ha dejado.

3. Prometemos en forma especial orar los unos por los otros y particularmente por los pastores para la gloria y el incremento de esta iglesia. Rogaremos por la presencia de Dios en medio de ella, el derramamiento del Espíritu Santo y la protección de Su providencia sobre ella para la gloria de Dios.

4. Prometemos sobrellevar los unos las cargas de los otros, ser fieles los unos a los otros, cultivando la simpatía cristiana en todas las enfermedades y en los infortunios que nos sobrevienen en la providencia de Dios.

5. Prometemos soportar los unos las debilidades de los otros, también las fallas y los defectos de cada uno con mucha ternura, no divulgándolos a terceros a menos que la Palabra de Cristo y el orden del Evangelio lo exijan.

6. Prometemos combatir juntamente y unánimes por la fe del evangelio y la pureza de las doctrinas y las ordenanzas de Dios, evitando las causas de divisiones y a aquellos que las causan, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

7. Prometemos reunirnos el día domingo y en las otras ocasiones que la iglesia señale para servir y glorificar a Dios en la adoración pública, para edificarnos los unos a los otros y para promover el bienestar y la prosperidad espiritual de Su iglesia.

8. Prometemos que conforme a nuestra capacidad (a la medida en que Dios nos prospere en los bienes de este mundo) contribuiremos para el mantenimiento del ministerio y los gastos de esta iglesia y la promulgación del evangelio en todas las naciones, conscientes de que Dios ha ordenado que los que predican el evangelio, que vivan del evangelio.

9. Prometemos además cultivar una devoción familiar y personal; educar bíblicamente a nuestros hijos; procurar la salvación de nuestros familiares, de nuestras amistades y de toda la humanidad en general; andar con circunspección en el mundo; ser justos en nuestras relaciones, fieles en nuestros compromisos e irreprochables en nuestra conducta; evitar los chismes, la difamación y el enojo destructivo; y ser celosos en nuestros esfuerzos por el engrandecimiento del reino de Dios.

10. Prometemos que cuando tengamos que cambiar nuestra residencia a otro lugar, nos uniremos tan pronto como nos sea posible a otra iglesia de la misma fe y práctica, en donde podamos continuar desarrollando el espíritu de este pacto y los principios de la Palabra de Dios.

Nos sometemos con humildad a estos y todos los demás deberes del evangelio, prometiendo y comprometiéndonos a cumplir, no en base a nuestra propia fuerza (siendo conscientes de nuestra propia debilidad), sino en el poder y la fortaleza del Dios Bendito, a quien pertenecemos y deseamos servir, a quien sea la gloria ahora y para siempre por los siglos de los siglos, Amén y Amén.