Que significa Bautista Reformado?

El término “Bautista Reformado” se refiere de manera más precisa a aquellos que se adhieren a la Segunda Confesión de Fe Bautista de Londres de 1689, tanto en práctica como en doctrina.

Reformado…

El nombre “Reformado” se refiere a las raíces históricas y teológicas distintivas de éstos Bautistas. Existe un conjunto de creencias teológicas al que comúnmente se hace referencia como fe “Reformada”. Tales grandes verdades como Sola Fide (Sólo por fe hay justificación), Sola Gratia (Sólo por la gracia de Dios hay Salvación), Sola Scriptura (Sólo la Biblia es la única base de fe y práctica), Solus Christus (Sólo por medio de Cristo hay salvación), y Soli Deo Gloria (Sólo a Dios se le debe dar la gloria en la salvación de pecadores) son todas distintivas de la fe Protestante y Reformada. Sin embargo, la fe Reformada es quizás mejor conocida por su entendimiento de que Dios es soberano en el tema de la salvación del hombre. Es decir, que Dios desde antes de la fundación del mundo, ha escogido o elegido ciertos pecadores para salvación. Lo ha hecho soberanamente y de acuerdo a Su buena voluntad. También, la fe Reformada enseña que, a su tiempo, Cristo vino y logró la salvación muriendo por los pecados de aquellos elegidos por Dios.

Además, la fe Reformada enseña que el Espíritu Santo obrando en armonía con el decreto del Padre y la muerte del Hijo aplica eficazmente esta obra de redención a cada uno de los elegidos en su conversión. Como resultado de este énfasis en la soberanía de Dios en la salvación, la fe Reformada también promulga las “Doctrinas de la Gracia”; son cinco verdades doctrinales que declaran: La depravación total del hombre, la naturaleza incondicional de la elección de Dios, la naturaleza limitada o particular de la expiación de Cristo, el llamado eficaz o irresistible y la perseverancia y preservación de los Santos.

Aunado a todo esto, la fe Reformada abarca más que estas verdades fundamentales respecto a la gloria de Dios en la salvación.

Además de ello, procura mantener en alto la gloria de Dios en la iglesia, la sociedad, la familia y en la santidad de la vida del creyente. La fe Reformada mantiene una perspectiva muy alta y teocéntrica de la adoración, regulada solamente por la Palabra de Dios. La fe Reformada abraza un alto concepto de la ley de Dios y de Su iglesia. En pocas palabras, la fe Reformada es propiamente una perspectiva integral del mundo y de la vida, así como un conjunto concreto de doctrinas distintivas.

Como resultado de este consenso teológico surgió una gran corriente de confesiones y credos: el Sínodo de Dort, la Declaración de Saboya, la Confesión de Fe de Westminster y el Catecismo de Heidelberg. De manera similar, la tradición Reformada produjo algunos de los grandes nombres de la historia de la iglesia. Juan Calvino, Juan Knox, Juan Bunyan (autor del libro ampliamente célebre “El Progreso del Peregrino”), Juan Newton (compositor del famoso himno “Sublime Gracia”), el famoso comentarista de la Biblia Matthew Henry, el gran evangelista George Whitefield, el gran teólogo americano Jonathan Edwards, los misioneros Adoniram Hudson y William Carey, el renombrado predicador C. H. Spurgeon, A. W. Pink y muchos otros más que sostuvieron firmemente estas verdades de la fe Reformada. Cabe mencionar que los Bautistas Reformados no sostienen estas verdades por una alianza ciega hacia éstos credos históricos, ni tampoco por el hecho de que grandes personajes de la historia de la Iglesia se mantuvieron en esta tradición. Sino más bien, los Bautistas Reformados sostienen estas verdades porque Jesús y los Apóstoles las enseñaron muy claramente.

La confesión de fe abrazada por las iglesias Bautistas Reformadas toma su lugar y está profundamente arraigada en estos documentos históricos Reformados. En un amplio contenido la Segunda Confesión Bautista de Fe de 1689 es una copia exacta palabra por palabra de la de Confesión de Westminster y Saboya. Por consiguiente, el término Bautista “Reformado” no es un término equivocado. Los Bautistas Reformados permanecen inmóviles sobre el terreno firme de la herencia de la Reforma.

Bautista…

El nombre “Bautista” resume las verdades bíblicas que se refieren tanto a los sujetos como al modo del bautismo. Al hablar de los “sujetos” del bautismo, nos referimos a la verdad que enseña que el bautismo es solamente para discípulos. Los Bautistas Reformados tienen una gran deuda con los Paedobautistas (quienes bautizan infantes) Reformados debido a que sus escritos les han forjado, desafiado, alentado, y guiado una y otra vez. No obstante, la Biblia no es silenciosa en el tema del bautismo. La enseñanza de que el bautismo es sólo para discípulos es clara e indiscutible en la Palabra de Dios.

Los sujetos aptos para el bautismo no deben ser esclarecidos en Génesis sino en los Evangelios y en las Epístolas. El bautismo es una ordenanza del Nuevo Pacto que debe ser comprendida a la luz de la revelación del Nuevo Pacto. No existe la más mínima evidencia en el Antiguo o el Nuevo Testamento que apoye la noción de que los infantes de creyentes deban ser bautizados. Cada mandamiento bíblico de bautizar y cada ejemplo de bautismo, así como cada declaración doctrinal con respecto a la naturaleza simbólica del bautismo, prueba que es sólo para discípulos. La Biblia es igualmente clara respecto al modo del bautismo. El término “modo” se refiere a que el bautismo bíblico y apropiadamente debe ser administrado por inmersión en agua. El argumento de que la palabra tiene un significado histórico ocasional de “rociar” o “verter” es puramente simplista. Hay palabras perfectamente mejores en griego que significan “verter” y “rociar”. Sin embargo, la palabra común en griego para inmersión es la palabra que se usa en el Nuevo Testamento.

El nombre “Bautista” también pretende expresar que sólo aquellos que son convertidos y bautizados tienen el derecho a la membrecía en la iglesia de Cristo. A esto se le refiere comúnmente como membrecía regenerada de la iglesia. Una lectura cuidadosa de las Epístolas del Nuevo Testamento muestra que los Apóstoles asumieron que todos los miembros de las iglesias de Cristo eran “santos”, “fieles hermanos” (Colosenses 1:2) y “lavados por Cristo” (1 Corintios 6:11, 1 Pedro 1:22). Tristemente, muchas iglesias Bautistas hoy en día están más preocupadas por tener una “membrecía de decisión” y una “membrecía por bautismo” que por una membrecía regenerada. Es el deber de los pastores y la gente de iglesias verdaderas asegurarse, de acuerdo a lo posible de sus habilidades, que ninguna persona no convertida se abra camino a la membrecía de una iglesia. Bautista Reformado… Los Bautistas Reformados se distinguen por su convicción respecto a la Suficiencia y Autoridad de la Palabra de Dios. Aunque todos los cristianos verdaderos creen en la inspiración e infalibilidad de la Palabra de Dios, no todos creen en la Suficiencia de la Biblia. Todos los Cristianos verdaderos creen que la Biblia fue “exhalada” por Dios y que es infalible y sin error en todas sus partes. Negar esto es llamar a Dios mentiroso, y eso implica perder nuestra alma. Pero mientras que todos los cristianos verdaderos creen esto, no todos buscan regular la vida de la iglesia en todas sus áreas por la Palabra de Dios. Hay una creencia general, ya sea que esté explícitamente declarada o no, que la Biblia no es guía suficiente para decirnos “Cómo hacer la iglesia”. Esto es lo que está detrás en gran parte del movimiento moderno de crecimiento de la iglesia y tiene como fundamento en gran medida la creencia de que la Biblia guarda silencio respecto a la naturaleza y propósito de la iglesia. Es por esto que muchos se sienten con la libertad de “reinventar la iglesia”. Por alguna razón, ¡muchos creyentes, al parecer, argumentan que Dios no dio principios en Su Palabra acerca de la vida congregacional de Su pueblo! En estos días, el toque de alarma del clarín de todos los pastores de ovejas instituidos por Cristo necesita ser el del Profeta Isaías: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20). Los Bautistas Reformados tienen la convicción de que la Biblia y sólo la Biblia define lo que es una iglesia. La Biblia y sólo la Biblia define cuáles son los cargos en una iglesia. La Biblia nos habla de su número – dos cargos: ancianos (pastores) y diáconos –, así como sus requisitos y su función. La Biblia es la guía suficiente con respecto a lo que es la adoración y cómo debe darse, así como quien puede ser miembro de la iglesia y lo que es requerido de esos miembros. La Biblia también es suficiente para instruir acerca de cómo debe ser una iglesia y lo que debe hacer, cómo cooperar con otras iglesias, cómo enviar misioneros, capacitar hombres para el ministerio e innumerables cosas relacionadas con la voluntad de Dios para Su pueblo. Los Bautistas Reformados se distinguen por tener una convicción inquebrantable de que la iglesia existe para la gloria de Dios. Y debido a que la iglesia existe para la gloria de Dios, la adoración a Dios y la Palabra de Dios son centrales para la vida de la iglesia. La iglesia es la casa de Dios no la del hombre. Es el lugar donde Él se reúne con Su pueblo de una manera especial. Sin embargo, esto no quiere decir que deba ser un lugar aburrido, sombrío, sin emociones, o sin vida. El lugar donde Dios habita es el lugar más glorioso en la tierra para el santo y es un oasis para el alma sedienta del pecador que busca la gracia de Dios. Sin embargo, el lugar donde Dios habita es también solemne y santo. “¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo,” fue la exclamación de Jacob en Génesis 28:17. Es esta convicción la que explica la reverencia y la seriedad de la adoración a Dios de los Bautistas Reformados. Los Bautistas Reformados se distinguen por su convicción de que la iglesia local es central en los propósitos de Dios en la tierra. Ésta época es la época de las organizaciones “Paraeclesiásticas”, tales como las agencias misioneras entre otras. Es la época de cristianos con una mentalidad de independientes que flotan de lugar en lugar sin comprometerse nunca a una iglesia. Esta actitud no solo es espiritualmente peligrosa, sino que es contrario a la voluntad revelada de Dios. Si bien, muchos han diagnosticado correctamente la falla de la iglesia en llevar a cabo su misión; la respuesta no es abandonar la iglesia, sino por el contrario buscar su reforma y restauración bíblica. Sólo la iglesia es la morada especial de Dios sobre la tierra. La gran comisión de la iglesia se cumple al enviar predicadores del evangelio por iglesias locales a plantar nuevas iglesias con los medios de la conversión, bautismo, y el discipulado. Muchas organizaciones bien intencionadas están buscando hacerse cargo de la tarea que el Dios viviente confió a Su iglesia. ¿A quién le ha confiado Dios el mandato misionero? ¿A quién le dio instrucciones Dios acerca del discipulado, de dar ánimo y formación a los creyentes? ¿A quién le confió Dios el equipar a los santos y el entrenamiento de hombres para liderar la siguiente generación? Si la Biblia que es completamente suficiente, responde que todas éstas son responsabilidades de la iglesia local, entonces no estamos en la libertad de ignorarla por razones del statu quo.

Los Bautistas Reformados se distinguen por su convicción de que la predicación es fundamental para la vida de la iglesia. ¿Cómo le agrada más a Dios salvar a los pecadores? ¿Cómo le agrada más a Dios exhortar, impulsar y edificar a sus santos? ¿Cómo es Cristo más poderosamente mostrado a la mente y al corazón? ¡A través de la predicación de la Palabra de Dios! Por lo tanto, los Bautistas Reformados rechazan rotundamente las tendencias de hoy en día hacia una enseñanza superficial, servicios de predicación cancelados, el destinar los servicios de adoración a testimonios, películas, dramas, danzas, cantos u otras actividades; cediendo o sustituyendo la predicación por dichas actividades que toman ese lugar. La Palabra de Dios debe ser central en la adoración a Dios. El Apóstol Pablo advirtió que vendrá el día cuando hombres de iglesia, que diciendo profesar la fe, no soportarán la sana doctrina sino que teniendo comezón de oír, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos. Fue el mandato apostólico que el Apóstol Pablo instó con gran ahínco a Timoteo, y que en medio de tales tonterías insensatas debía de hacer – ¡“Predica la Palabra”! – (2 Timoteo 4:2-3).

Los Bautistas Reformados se distinguen por la convicción de que la salvación transforma radicalmente la vida del convertido. Es trágico que tal cosa necesite ser mencionada. Hoy en día es el tiempo del decisionismo; la idea de que uno repite cierta “oración” como si fuera una “fórmula” y como consecuencia de ello es declarado salvo. No importa si uno sigue en pecado o busca la santidad. ¡Uno puede vivir como demonio e ir al cielo!!! ¡Qué “buen” negocio! Muchos maestros populares que enseñan la biblia le llaman a esto una gran demostración de la gracia de Dios. Esto es “convertir la gracia de Dios en libertinaje”. Cuando el Apóstol Pablo describe la conversión de los Efesios él usa las palabras más opuestas que existen en el lenguaje humano: “en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor” (Efesios 5:8). Y en 2 Corintios 6:14 el Apóstol Pablo hace la pregunta retórica: “¿Y qué comunión tendrá la luz con las tinieblas?” Jesús es un gran Salvador. Él no deja a Su pueblo en su condición carente de vida (Juan 5:21, 8:12, 10:10, 10:28). Jesús vino a salvar a Su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). Si alguno está en Cristo nueva criatura es (2 Corintios 5:17). Jesús vino a hacer un pueblo celoso de buenas obras (Tito 2:14). No es una enseñanza bíblica que un hombre pueda recibir a Cristo como Salvador y rechazar Su Señorío. La Palabra de Dios no enseña en ningún lugar que Cristo puede estar dividido. En todo caso, si uno tiene a Cristo, uno ha recibido un Cristo completo – Profeta, Sacerdote y Rey –. Los Bautistas Reformados tienen la convicción de que la Ley de Dios (como está expresada en los Diez Mandamientos, Éxodo 20:1-17) regula la vida del creyente del Nuevo Pacto. El Apóstol Pablo dice en 1 Corintios 7:19 que, “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.” La época actual es una época antinominiana (sin ley) del Cristianismo, la cual no hace demandas a los “convertidos”; pero el pensar de Dios respecto a la santidad y el camino a ella no ha cambiado. La ley escrita en el corazón del hombre en la creación (Romanos 2:14-15) es la misma ley codificada en los Diez Mandamientos del Monte Sinaí y es la misma ley escrita en los corazones de aquellos que entran en el Nuevo Pacto (Jeremías 31: 33 y 2 Corintios 3:3). El Apóstol Juan escribió: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:4). El Señor Jesús le dijo a Sus discípulos que la manera en la cual demostrarían que ellos verdaderamente le amarían era obedeciendo Sus mandamientos (Juan 14:15). El Señor Jesús dice en el Evangelio de Mateo 7:21-23 que muchos que profesan ser cristianos se darán cuenta que terminaron siendo echados fuera en el día postrero porque “vivían sin ley” pues no hicieron la voluntad del Padre.

De las leyes de Dios ninguna es tan odiada como el pensamiento que Dios requiere de los creyentes el dar de su tiempo para adorarle y volverse de sus intereses mundanos. En años recientes muchos han encabezado un ataque implacable contra el Cuarto Mandamiento. Albert Barnes, el pastor Presbiteriano y comentarista de la Biblia, escribió alguna vez: “La tendencia natural de las personas es a eliminar completamente el Sabath (Día de reposo o Día del Señor). El Sabath tiene más enemigos que todas las demás instituciones religiosas juntas. Asimismo, es más difícil confrontar el enemigo aquí que en algún otro lugar; porque no entramos en conflicto con argumentos sino con el interés propio, el placer y el amor a la complacencia y a la ganancia”. Juan Bunyan escribió, “Un hombre mostrará más lo que hay en su corazón y lo qué es su vida por un sólo Día del Señor que por todos los días de la semana juntos. Deleitarnos nosotros mismos en el servicio de Dios en Su Santo Día proporciona una mejor prueba de una naturaleza santificada que esperar de mala gana la llegada de tales días.”

El hombre moderno está tan adicto a sus placeres, sus juegos, y su entretenimiento que el pensamiento de tener que dejarlos por veinticuatro horas para adorar y deleitarse en Dios es visto como esclavitud legalista. Es una profunda pena ver a aquellos que dicen amar a Jesucristo rehusarse a dejar sus propios placeres. Para el pueblo de Dios, que ama Su ley y medita en ella para deleite de sus almas compradas por sangre, tal mandato no es esclavitud, sino un regalo precioso.

Los Bautistas Reformados se distinguen por una convicción por el liderazgo masculino en la iglesia. En esta época se está viviendo una feminización del Cristianismo. Dios creó dos sexos y les dio roles correspondientes pero diferentes a cada uno (complementarios). Si bien, los dos géneros son iguales con respecto a la Creación, la Caída y la Redención; Dios ha ordenado soberanamente que el liderazgo en el hogar, el Estado y la iglesia deba ser masculino. Aquellas personas cuyas mentes han sido influenciadas por esta generación encuentran desagradable y sin encajar la manera de la adoración Bautista Reformada, su liderazgo y estructura familiar. Cuando la Biblia habla de hombres liderando la oración, la enseñanza, la predicación y sirviendo como ancianos y diáconos, los cristianos deben de inclinarse con corazones sumisos y obedientes. ¡La cultura no debe marcar el rumbo ni dirigir la Iglesia de Jesucristo!

Los Bautistas Reformados se distinguen por tener una convicción seria respecto a la membrecía eclesiástica. Los Bautistas Reformados toman seriamente la amonestación de Hebreos 10:24-25, “para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos.” Los Bautistas Reformados toman seriamente las tareas y responsabilidades de la membrecía eclesiástica. En otras palabras, la membrecía realmente significa algo en las iglesias Bautistas Reformadas. No debe haber gran disparidad entre la asistencia de un domingo por la mañana y la asistencia por la tarde. Se espera que los mismos miembros asistan a todas las reuniones de la iglesia. Es imposible que alguien experimente la vida de la iglesia de la manera en la que Dios quiso y al mismo tiempo estar voluntariamente ausente de sus reuniones. Pocas iglesias harían tal demanda, pero el concepto bíblico de pertenecer a una iglesia presupone tal compromiso con Dios, con los pastores y con los hermanos y hermanas.

~ ~ ~ ~ ~ Adaptado de un sermón de Jim Savastio, Pastor de la Iglesia Bautista Reformada de Louisville, KY. Editado por Francisco Orozco. Traducido por Obed Rodríguez S.